miércoles, 27 de junio de 2012

La Fe y La Razón

Ciertamente lo que uno cree, si lo cree lejos de apasionamientos y sentimientos inciertos, debería ser capaz de explicar de forma razonable de por qué uno cree.

Vivimos en un mundo en el cual las personas alegan creer en Dios, creer en que El hizo los cielos y la tierra, creer que la Biblia es su palabra; en resumen la mayoría de personas en el mundo cree que Dios existe, pero la inmensa mayoría lo cree de tal forma que serían incapaces de presentar defensa contra aquellos que no creen en la existencia de Dios.

Es importante, muy importante que estemos convencidos de la existencia de Dios, pero también es importante tener las herramientas necesarias pàra convencer a otros de esta gran verdad y aunque la mayoría de personas acepta que Dios existe hay muchas personas que lamentablemente se encuentran sumidos en un mundo de incredulidad y estos deben ser convencidos de la verdad, pero basados en evidencia no en nuestros propios razonamientos o sentimientos.

El apóstol Pedro enunció el siguiente mandato: ¨... estad simpre preparados para presentar defensa con mansedumbre, ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros¨ (1 Pedro3.15)

El término griego ¨apología¨en este pasaje se traduce ¨presentar defensa¨ . En Filipenses 1.7 el apóstol Pablo escribió: Os tengo en el corazón y en mis prisiones, y en la defensa (apología) del evangélio.

Cada persona, en nuestro caso, cada cristiano debería poder defender sus creencias, poder dar razón de ellas y si no puede dar razón de lo que cree, entonces sería mejor abandonar dicha creencia, en vista de que el mundo actual exige que presentemos razones de nuestra creencia, ya que ellos, en muchos casos, presentan razones de su incredulidad.

Evidencia y Creencia

Hay dos tipos de creencias una empírica a la que llamamos hecho, experimentada por nosotros mismos, y otro tipo de creencia basada en el testimonio de otras personas que creemos confiables. De hecho, la razón opera sobre ambos tipos de evidencias. Creemos en aquellos hechos o experincias propias (ver es creer).
 Y confiamos porque podemos experimentar estas experiencias con nuestros sentidos, en los cuales confiamos, a menos que estos no estén funcionando de forma adecuada.

Creemos en muchos acontecimientos que no hemos experimentado personalmente; creemos que existió Aristóteles, no lo conocimos personalmente, pero creemos en los registros históricos, porque los consideramos confiables.
Por qué creemos en Jesús, en su resurección? ¿Por qué creemos en lo que creemos?

La Razón y El Cristianismo

¿Por qué creemos en lo que creemos, sin ninguna duda y sin haberlo experimentado personalmente?
Aquí es donde la razón entra a desempeñar un papel sumamente importante en la evidencia cristiana.

En contra de lo que afirmaron muchos religiosos del pasado; el razonamiento debe ser un proceso de pensamiento cristiano.

La razón es la actividad mental utilizada en la búsqueda de la verdad y ningún sistema filosófico evita su utilización.

Muchos han afirmado que ¨el Nuevo Testamento no tiene una gran confianza en el poder de la razón humana¨, pero si examinamos la evidencia veremos que esta afirmacion es totalmente falsa: el uso de la razón queda demostrada en el uso que los mismos apóstoles le dieros a la misma, al presentar defensa ante el auditorio de las diferentes sinagogas y ciudades en las que predicaban, ellos no trataban de convencer a los oyentes únicamente con demostraciones de poderes milagrosos y tampoco con sólo decirles que sentían en sus corazones que lo que creian era cierto, ellos razonaban con la multitud y les exponían evidencia factual e histórica de que lo que enseñaban acerca de Jesús era cierto, y que podía ser comprobado al examinar la evidencia mostrada. Según el libro de Hechos 17:2,3 el apóstol discutía, por medio de las escrituras; no basaba su argumento en una fe ciega, ni en una convicción propia, basaba su argumento en documentos verificables por medio de la razón.

En su libro: The Divine Demostrations, Harvey W. Everest escribió: No podemos creer a menos que la creencia sea más racional que la incredulidad. No podemos creer, voluntaria, arbitrariamente o en contra de la razón. La razón, significándose con ella todo el poder mental para la indagación de la verdad, debe ser nuestra conductora. Nadie insiste más intensamente en ello que el defensor del cristianismo. La razón y La Fe no son antagonistas, sino más bien coadjuntoras. Ninguna fe vale la pena a no se que quede justificada por el más estricto uso de la razón.







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